LAS ANTIGUAS VÍAS DE COMUNICACIÓN DE LA MONTAÑA PALENTINA

LAS ANTIGUAS VÍAS  DE COMUNICACIÓN DE LA MONTAÑA PALENTINA

Miguel Vicente Basterra Adán

Las montañas, que tan esplendorosa belleza confieren a esta comarca de la Montaña Palentina, resultaron ser en la historia —como también en el presente— el gran condicionante para las comunicaciones. Sus rutas antiguas hubieron de atenerse, como sus únicos encauzamientos, a los valles fluviales y a los collados de las cordilleras[1]. El curso de los ríos Carrión y Pisuerga, así como sus respectivos afluentes fueron, pues, guía propicia para delinear caminos y para trazar sendas.

Estas vías de comunicación favorecieron el asentamiento de población a su vera y, con ello, propiciaron la génesis de las localidades que existen en la actualidad y de algunas otras que se despoblaron en el decurso de los siglos. La historia dirá que estos asentamientos humanos surgieron en los albores de la Reconquista, esto es, a finales del siglo VIII o principios del IX, como consecuencia de la repoblación de los ‘foramontanos’ llegados en su gran parte de Liébana[2]. El establecimiento de estas gentes advenedizas se fue consolidando en la medida que aquella comarca, hasta entonces frontera y defensa del Reino de las Asturias, se hacía más segura por la paulatina reconquista de tierras y, con ello, el alejamiento del peligroso invasor árabe.

Desde entonces, esas vías de comunicación condicionaron el continuo devenir histórico de esta tierra, haciéndola un lugar de encuentros humanos y de intercambio cultural, de relaciones comerciales y de ejercicio de la hospitalidad. Sin embargo, estos caminos fueron también lugar de paso de ejércitos, casi siempre acompañados de un séquito de crueldad y destrucción.

El mapa de la provincia de Palencia realizado por Tomás López en 1782 es, sin duda, el mejor testimonio gráfico del trazado de las vías de comunicación por aquella comarca montañosa, hasta la inauguración de la carretera que atraviesa de norte a sur la comarca, acaecida en el año 1883. Este nuevo trayecto inicialmente se pretendió denominar carretera de Palencia a Potes; sin embargo, acabó designándose como carretera de Madrid a Tinamayor, ya que los mojones marcaban la distancia desde la capital del Estado hasta esta localidad costera[3].

Este estudio pretende poner de manifiesto el trazado de las vías de comunicación que surcaron la Montaña Palentina a través de los altos valles de los ríos Pisuerga y Carrión. Aquellas rutas carecieron, salvo en tramos muy reducidos, de una pavimentación que hubiese ayudado a definir con total exactitud su trayecto. Por lo que, para definir su trazado, se han tomado como referentes, a modo de hitos, las diversas localidades erigidas en ese ámbito geográfico, los puentes sobre esos dos ríos principales y sus afluentes, así como las ventas u hospitales de refugio e intercambio comercial que jalonaban los caminos. El recurso a la toponimia ha quedado prácticamente reducido a la denominación de los collados o puertos de montaña franqueados por esas rutas.

Aunque se ha pretendido que este estudio se retrotrajese en su análisis a tiempos inmemoriales; de hecho, el término a quo de consideración temporal ha quedado reducido al comienzo de la Reconquista. Esta delimitación se debe, por una parte, a la carencia o, al menos, desconocimiento de vestigios arqueológicos y de testimonios documentales previos, y, por otra parte, a que ese acontecimiento histórico supuso el inicio de la repoblación de la comarca y, con ello, el surgimiento de las actuales poblaciones. Y como referente temporal ad quem se ha tomado la construcción de la red actual de carreteras en el año 1883. Así mismo, se debe aclarar que este artículo se circunscribe a la descripción de los caminos carreteros, obviando los de herradura.

Para una mejor estructuración de este estudio y, con ello, facilitar la compresión de su contenido, se considerará secuencialmente cada una de las principales vías de comunicación que surcaron históricamente esta comarca, esto es: a) el Camino Real que discurría a lo largo del valle de los ríos Pisuerga y su afluente Areños; b) el itinerario que atravesaba el valle del río Carrión y su afluente Arauz; y c) la ruta que franqueaba las tres vertientes hidrográficas que confluyen en esa comarca.

LA RUTA DE LAS TRES VERTIENTES HIDROGRÁFICAS

Denominamos así a la ruta que trascurría por las tres vertientes hidrográficas que, situadas cada una de ellas en comarcas distintas, convergen y coinciden en el denominado por esa razón Pico Tres Mares: la vertiente mediterránea del Ebro en Campoo, la vertiente atlántica del Pisuerga, afluente del Duero, en Castillería y La Pernía, y la vertiente cantábrica del Nansa y el Deva en Polaciones y Liébana.

a) El trayecto originario

 

 

Cualquier viandante que partía de Campoo hacia los otros valles cantábricos de Liébana y Polaciones habría de atravesar por el collado de Somahoz o, como se dirá en la Carta Puebla de Brañosera, «per illa foce via qua discurrent Asturianos et Corneconos (=por aquella hoz por donde transitaban las gentes de Asturias y de Cabuérniga)»[68], el mismo lugar en el que los romanos trazaron una calzada que enlazaba Portus Blendius (Suances, Cantabria) con Seguisamon (Sasamón, Burgos), cuya pavimentación aún se conserva[69]. Una vez franqueado el collado de Somahoz, se abandonaba la calzada romana para descender por las actuales localidades de Salcedillo y Brañosera y, cruzando el río Rubagón, ascender de nuevo por el valle de Pamporquero.

De hecho, en este tramo aún hoy se aprecia un camino empredado y/o excavado en la roca, cuyo trazado se puede seguir en sentido descendente desde las inmediaciones de esas loclidades hasta el río Rubagón, y sobre el que se observan rodadas de una distancia entre ejes de 146 centímetros, medida que implica la presunta romanidad de los restos[70]. A su vez, ascendiendo de nuevo por el valle de Pampoquero, se puede apreciar un tramo del camino esculpido en grandes rocas que sobresalen en el terreno.

 

Desde el collado de Pamporquero, faldeando el pico de Valdecebollas, se atravesaba el portillo situado entre el Pico Valdesebollas y la sierra Corisa, para descender por el valle de Castillería pasado junto al actual despoblado de Roblecedo. La existencia de esta localidad se circunscribió a la Edad Media, puesto que, al finalizar este tiempo histórico, muy probablemente también por descenso demográfico causado por la Peste Negra[71], sus últimos vecinos se trasladaron a Celada, y fundieron los nombres de sus localidades en una única denominación: Celada de Roblecedo.

Esta desaparecida localidad se situaba, como es de esperar atendiendo a su nombre, junto a un robledal. El lugar en cuestión actualmente es denominado por los lugareños como Santa Cruz, coincidiendo así con la advocación titular de su parroquia[72]. Hoy sólo se aprecian apilamientos de roca, que corresponden a los restos de sus construcciones. Aún existen entre los vecinos de Herreruela de Castillería testigos de la retirada de las últimas piedras de las paredes de piedra de la iglesia y el cementerio de Roblecedo.

Junto al despoblado de Roblecedo se halla la ermita de Nuestra Señora del Monte. Es presumible que este templo hubiera sido en su origen una venta para el albergue y refugio de viandantes. Desde Herreruela se proseguía hacia Celada de Roblecedo pasando delante de la ermita de San Roque, de la que también cabe sospechar que originalmente hubiese tenido esa misma función.

El cuestionamiento de que las actuales ermitas de Nuestra Señora del Monte y de San Roque no hubiesen sido fundacionalmente edificios cultuales, sino ventas u hospitales para viandantes semejantes a las ya descritas, se basa en que: a) estas ermitas no se atienen al patrón arquitectónico de las iglesias antiguas de esa zona, esto es, planta rectangular, con ábside semicircular y espadaña en el hastial; b) su tamaño es desproporcionadamente grande para estar sitas en descampado; y c) se erigieron en yermo y junto a vías de comunicación.

Si estos dos edificios hubieran sido primigeniamente venta u hospitales para viandantes, hubiesen sido los únicos albergues de este tipo erigidos en esta comarca dentro del territorio histórico de la diócesis de Palencia. Las demás ventas u hospitales mencionados en este estudio se hallaban en ámbito diocesano leonés[73]. Más aún, si hubiese sido así, serían los únicos antiguos albergues de transeúntes que permanecen erectos y con uso cultual.

Desde la Dehesa de Celada, franqueando por el collado de la Flecha y continuando por la falda sur de la peña del Pical, se llegaba a San Juan de Redondo. Desde esta localidad, atravesando por el collado de la Grajera, esto es, entre la peña de Vismo y el Pico Tres Mares, se accedía al puerto de Piedraslenguas y, a continuación, al collado de la Cruz de Cabezuela. Desde este último se proseguía hacia Polaciones o bien descender a Liébana faldeando la ladera norte del valle del río Bullón.

b) Las encrucijadas

En el collado de Pamporquero surgía el principal de los ramales de la Ruta de las Tres Vertientes que se dirigía a Cervera de Pisuerga atravesando por las localidades de Perapertú y Mudá, esto es, la histórica Mutave, y, por ende, por toda la comarca de la Braña. Desde Cervera cabía la posibilidad de seguir por esta ramificación a fin de adentrarse en la mesetas[74]. Así mismo, una vez franqueado el portillo de la Sierra de Corisa y adentrándose en la comarca de Castillería, surgían varios ramales que buscaban su encuentro con el Camino Real del río Pisuerga a la altura de las ventas u hospitales, y, por tanto, se internaban en esta comarca montañosa formando parte de su entretejedura vial.

Portillo entre las Sierras
de Hijar y de Corisa

El primero de estos ramales partía desde la localidad de Herreruela y, siguiendo los cauces del arroyo de Herreruela y del río de Castillería, y pasando por las localidades de San Felices y Estalaya, se topaba con el Camino Real a la altura de la Venta u Hospital de Santa Lucía. Desde Celada de Roblecedo partían también varias rutas en dirección a ese itinerario real. Una de ellas llegaba a Verdeña y, desde allí, continuaba por el lugar denominado San Juan de los Vallejos, hasta acceder al Camino Real junto a la Venta u Hospital de Santa Ana. Éste fue, como ya se dijo, el postrero itinerario de la anciana y última moradora de Carracedo[75]. Así mismo, se podía proseguir desde Celada de Roblecedo, por Valsemana y junto al despoblado de Roblecedo, hasta la peña de Tremaya y, desde allí, alcanzar el Camino Real en la Venta de Santiago.

Desde San Juan de Redondo se accedía, siguiendo el cauce del río Pisuerga, al Camino Real junto a la Venta de Santiago o Urbaneja. De este modo, cuando el paso por la hoces de Camasobres era intransitable[76], se constituía en ruta alternativa para acceder desde el Camino Real al valle de Polaciones, pasando por la localidad de San Juan de Redondo, el collado de la Grajera y los puertos de Piedraslenguas y de la Cruz de Cabezuela.

 El Camino Real del río Pisuerga
  Gráfico de la ruta
del río Pisuerga

El valle del río Pisuerga fue, sin duda, una de las principales vías de comunicación que entrelazaba la Meseta con Liébana y Polaciones. Inicialmente la ribera derecha de su cauce fue lugar favorable para el trazado de un Camino Real, que, partiendo desde Cervera de Pisuerga, continuaba por estas tierras hasta alcanzar los mencionados valles cantábricos. Hay quien retrotrae la génesis de esta ruta incluso a la época de la dominación romana[4].

a) El trayecto originario

El ramo del Camino Real aquí considerado parte de Cervera de Pisuerga. Esta localidad surgió al resguardo de un castro allí erigido aprovechando la escarpada Peña Barrio. Cervera fue en los albores de la Reconquista originariamente capital del alfoz (territorium) del Condado de Liébana. En las afueras de la localidad existió un eremitorio rupestre datado en el siglo IX, llamado de San Vicente. Aún hoy día se pueden apreciar las tumbas antropomórficas y otros vestigios de aquel cenobio.

Debido al paulatino aumento de población hubo de construirse en el siglo X el Castillo de Cervera de Pisuerga. La erigieron sobre el cerro contiguo, que, por ello, es denominado actualmente como Pico del Castillo. Esta fortificación permaneció erigida hasta la pérdida de su valía defensiva en el siglo XVI. Su demolición permitió el aprovechamiento de las piedras de sus muros para la ampliación de la iglesia parroquial de la localidad, ubicada en las laderas de ese mismo cerro. A todo ello se debe que el templo parroquial lleve por título “Nuestra Señora del Castillo”.

Cervera de Pisuerga fue lugar de residencia nobiliaria, destacando por su importancia los Condes de Siruela, una familia colateral de los Condestables de Castilla, establecida en 1405 en el Castillo de Vallejera, junto al río Ribera. Esta familia ejerció dominio señorial sobre toda la comarca hasta el siglo XIX. Igualmente habría que mencionar por su importancia los mayorazgos de la familia Mier y Gómez de Cossío. Cervera de Pisuerga fue durante siglos el centro de intercambio y aprovisionamiento entre las regiones ganaderas del norte y las agrícolas del sur[5].

El antiguo Camino Real que, partiendo de Cervera de Pisuerga, se dirigía hacia la Cordillera hallaba primeramente la localidad de Arbejal. Esta población se erigió en su día[6] en la margen derecha del Pisuerga, en un pago junto al río denominado ‘La Bárcena’. El lugar en cuestión actualmente es llamado ‘Los Casares’[7]. Allí estuvo hasta su destrucciòn por una catástrofe natural[8]. Tras aquel asolamiento, el pueblo se reedificó en el lugar que actualmente ocupa. La historia eclesiástica refiere también que Arbejal fue durante siglos priorato de la bailía de Población de Campos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén (u Orden de Malta)[9]. Así se explica la presencia de la cruz y otros motivos iconográficos de esta institución eclesiástica en el interior de su iglesia parroquial.

Para adentrarse en el alto valle del Pisuerga desde Arbejal, había que bordear la fortaleza cancerbera de Peñas Negras (Petras Nigras). Esta localidad, actualmente despoblada, se ubicaba entre dos crestones rocosos que se alzan sobre la cumbre de la cordillera homónima, y que hacían de ella un auténtico baluarte natural. Peñas Negras fue parte de un sistema defensivo que protegió las tierras cántabras de las peligrosas aceifas árabes durante los primeros siglos de la Reconquista[10]. Por su importancia estratégica, Piedras Negras se constituyó en aquel tiempo en capital del alfoz (territorium) homónimo del Condado de Liébana, cuyo dominio abarcaba el valle del río Pisuerga que se abría tras esa localidad[11].

El progresivo avance la Reconquista iniciado a mediados del siglo IX supuso para aquella localidad la pérdida de su importancia estratégica y el comienzo de su declive. El paulatino alejamiento del peligro de incursiones árabes, conllevó también que su población se trasladase desde la cumbre de los farallones rocosos que la resguardaban al pie de los mismos, en su vertiente meridional. La constitución a finales del siglo XII de las merindades como entidades administrativas en detrimento de los antiguos condados acentuó su decadencia. Finalmente la Peste Negra, que diezmó fuertemente aquella comarca en la segunda mitad el siglo XIV, conllevó su definitiva despoblación[12].

Una vez entrado en el alto valle del Pisuerga siguiendo el Camino Real, la primera localidad que hallaba cualquier viandante a su vera era Villanueva del Río o, si los tiempos hubiesen sido más recientes, encontraría trucado su nombre por el de Villanueva de Vañes[13]. La existencia de aquella localidad terminó en el año 1940 cubierta por las aguas del pantano de la Requejada. El retablo de la que fue su parroquia de San Martín, trasladado y depositado en la iglesia San Pantaleón de Camasobres, es, sin duda, el mejor legado artístico y religioso heredado de aquella localidad.

A continuación, siguiendo la ruta por la margen derecha del río Pisuerga, a la altura de la confluencia del río de Castillería, se hallaba Vañes[14]. Con la construcción de la presa de la Requejada, esta localidad pudo haber padecido el idéntico y fatal destino que su pueblo hermano de Villanueva. Sin embargo, Vañes pervivió gracias a su traslado y reconstrucción por encima del nivel del pantano realizados antes del llenado del embalse. Cuando el descenso del nivel de las aguas del pantano lo permite, aún hoy se pueden apreciar los casares de la primitiva localidad.

Siguiendo más adelante se hallaba un ramal del Camino Real que se adentraba por un valle horadado por un afluente del río Pisuerga hasta hallar la localidad de Carracedo. La existencia de esta localidad quedó circunscrita a la Edad Media, ya que desapareció a final de ese período de tiempo, muy probablemente por causa de la Peste Negra. En 1908 Matías Barrio y Mier describió en romance las postreras vicisitudes de una anciana, última vecina de esa localidad, que conllevaron la anexión del término de Carracedo a la villa de Cervera de Pisuerga[15]. El único vestigio de Carracedo que se puede apreciar actualmente a simple vista es una ligera elevación sobre el terreno, que corresponde a

Iglesia de San Salvador
de Cantamuda

Continuando paralelamente a la margen derecha del río Pisuerga, se llegaba por el Camino Real a la localidad de San Salvador de Cantamuda. El nombre de esta localidad evidencia su origen fronterizo, puesto que la sitúa enclavada en el ‘campo de muga (=confín, frontera)’ del reino cristiano en los albores de la Reconquista (siglo VIII). San Salvador siempre tuvo un papel hegemónico respecto de las localidades colindantes por su privilegiada ubicación en el centro del alto valle del río Pisuerga. Los grandes legados artísticos de su antigua historia son la iglesia románica (siglo XII), el puente (siglo XIII) y el rollo (siglo XVI), siendo este último el símbolo de las competencias judiciales del obispo de Palencia sobre la villa.

Desde San Salvador el Camino Real proseguía hasta la localidad de El Campo[16] y, partiendo de nuevo desde allí y una vez franqueado el collado de la Yesta, llegaba a la localidad, actualmente despoblada, de Caminos. La denominación de esta localidad evidencia su originaria condición de encrucijada de vías de comunicación. De hecho, desde allí partía una ramificación del Camino Real que, atravesando la localidad de Lores y ascendiendo por el collado de Tañuga, se unía en el valle del Arauz con la Ruta del río Carrión[17]. En la actualidad se aprecian el solar y los arranques de los muros de su pequeña iglesia de San Julián, que perduró durante siglos convertida en ermita o santuario; por ello el pago donde se sitúa el despoblado es denominado actualmente San Julián de Caminos[18] Los vestigios del templo se hallan sobre un talud sito al pie de la carretera general.

Partiendo desde Caminos y franqueando el collado de Regüelle, se pasaba frente a la localidad de Areños. Y, continuando adelante, se llegaba a un barrio de esta última localidad llamado Río las Casas. Este despoblado se halla en un paraje llamado actualmente El Cardil[19]. El origen en el tiempo de este barrio es incierto[20]. Sin embargo, se sabe que Areños y Río las Casas fueron derruidos durante la Guerra de la Independencia por las tropas imperiales[21], y también que, mientras que aquella localidad logró rehacerse tras la contienda, su barrio quedó para siempre asolado y yermo. En la actualidad no queda vestigio alguno de Río las Casas sobre el terreno, puesto que las piedras de sus ruinas sirvieron para la reedificación de Areños una vez finalizada la guerra napoleónica.

Ascendiendo por el Camino Real desde Río las Casas, el siguiente lugar habitado era y es Casavegas. Desde allí la ruta remontaba la cordillera buscando el paso favorable del collado de Sierras Albas, para entrar en la comarca de Liébana y, a continuación, adentrase en ella siguiendo el discurrir de las aguas del río Vendejo. Refiere la historia no tan lejana que este paso, en tanto puerta de acceso a Liébana, fue objeto de disputa bélica. Durante los extremadamente fríos y nevados días del 21 al 23 de mayo de 1838 los ejércitos carlistas comandados por los generales Conde de Negri y Zapata detuvieron a la armada liberal bajo el mando del general Latre[22].

Este Camino Real tenía la alternativa de continuar desde Río las Casas por el arroyo de Camasobres, atravesar el paso de las peñas de la Hoz hasta el puerto de Piedraslenguas y, desde allí, descender faldeando la ladera derecha del río Bullón para adentrarse en Liébana, o trasponer por la Cruz de Cabezuela hacia el valle de Polaciones[23]. Sin embargo, ambas alternativas se veían obstaculizadas en el mencionado hocino durante las crecidas del río de Camasobres[24].

b) Las variaciones posteriores

Viaducto antiguo de Vañes (s. XIX), ubicado
aproximadamente en el lugar donde se
hallaba el anterior puente de Santa Lucía

La primera variación significativa de esta ruta se llevó a cabo en la alta Edad Media, como consecuencia de la construcción o, llegado el caso, la consolidación del puente de San Salvador de Cantamuda en el siglo XIII[25], así como por la erección de otros dos viaductos contiguos a otras tantas ventas u hospitales de las que se hablará a continuación: la venta de Santa Lucía[26] y la venta de Santiago (o Urbaneja)[27]. Aquellos viaductos permitieron salvar el escollo que representaban para las comunicaciones los cauces fluviales del río Pisuerga y sus dos afluentes, los ríos de Castillería y de Areños. Con ello, se logró variar el trazado del Camino Real hacia la margen izquierda del río Pisuerga, más favorable para las comunicaciones.

Este nuevo itinerario por la margen opuesta del río podría dividirse en tres tramos. El primero de ellos abarcaba el trecho entre Cervera de Pisuerga y la desembocadura del río de Castillería. Al construirse el puente de Santa Lucía se evitó el vado de ese arroyo, tan dificultoso en determinadas épocas del año. Así se posibilitó una ruta permanente desde Cervera a través del Alto de las Matas, eludiendo el trazado antiguo, que circunvalaba siguiendo el río Pisuerga por el meandro y angostura de la Requejada. El nuevo itinerario, aunque más pendiente, resultaba mucho más corto que el anterior. Primaron, pues, los criterios de brevedad o economía de tiempo y distancia[28].

El segundo tramo de este nuevo trazado del Camino Real por la margen izquierda del río Pisuerga es el comprendido entre la desembocadura de dos de sus afluentes: el río de Castillería y el río Areños. En este tramo, generalmente en las encrucijadas de caminos, fueron erigidas ventas u hospitales durante la alta Edad Media. En estos edificios los viandantes hallaban albergue y, en situaciones meteorológicas adversas, refugio, así como la posibilidad de aprovisionamiento y de intercambio comercial. La mayor parte de estas ventas u hospitales fueron hechura y propiedad de la ‘Cofradía de la Letanía de los Doze Lugares de Pernía’

Emplazamiento del antiguo puente de Urbaneja y peña de Tremaya

Ésta era una fraternidad laical surgida en la alta Edad Media[29] para el ejercicio de la caridad en la atención y el cuidado de los viandantes, con especial dedicación hacia los pobres. Ellos tenían reservados al menos dos asientos junto a la lumbre[30]. Así se comprende que las ventas u hospitales fuesen titulados con una advocación mariana o de un santo, e, incluso, que algunos de ellos tuviesen una capilla a su lado. Las ventas u hospitales se componían de un cobertizo, una amplia tenada, bodega y vivienda con dos plantas. El piso de arriba estaba ocupado por unos camastros con jergones de paja de centeno. Aditamento propio de estas ventas era un ‘campanillo’ que se hacía sonar en las noches frías del invierno cuando azotaba la tormenta, para sevir de guía a los viajeros[31].

La Cofradía de la Letanía obtenía sus recursos del arrendamiento del puerto de Las Cárdenas, así como de la explotación comercial de las ventas, confiada siempre a particulares[32]. Estas ganancias habían de revertir en la conservación de las ventas u hospitales, y en el mantenimiento y mejora de puentes y caminos. Del nombre de esta Cofradía se deduce que su ámbito territorial eran los ‘Doze Lugares de Pernía’, correspondientes a la docena de localidades que configuran el actual municipio homónimo. Más aún, queremos pensar que el término ‘Letanía’ carece de cualquier acepción religiosa, para indicar únicamente retahíla, listado o yuxtaposición de localidades colindantes y que, manteniendo su autonomía y no formando parte de otra entidad administrativa superior y aglutinante, se constituían en una especie de anfictionía o mancomunidad, por su común emplazamiento en el alto valle del Pisuerga.

Ayuntamiento de Cervera del Pisuerga.
Antiguo Hospital de Sta. Mª Magdalena

Por la administración sospechosa de los bienes y por la pérdida de los fines caritativos fundacionales, el obispo de León suprimió en el año 1778 esta cofradía y anexionó sus hospitales al de Santa María Magdalena de Cervera de Pisuerga[33]. El cual siete años antes había sido reconstruido a partir casi de sus ruinas por Dª Ana Gil de la Vega, y en el año 1799 ampliaría su fachada con material proveniente de la ermita de San Juan de Quintanilla[34]. Este último hospital heredó también las cargas y obligaciones de la disuelta hermandad.

Tras el incendio del Hospital de Santa María Magdalena, acaecido durante la dominación napoleónica, aquellas otras ventas u hospitales se desligaron totalmente, pasando a ser ermitas, bajo la titularidad de la advocación mariana o de los santos que en su día les dieron nombre, o bien simples establecimientos comerciales adquiridos y gestionados por particulares[35]. Distinta suerte tuvo el hospital de Cervera del Pisuerga, que, con la desamortización de los bienes eclesiásticos del año 1835, pasó a ser cárcel y, posteriormente, ayuntamiento de su localidad[36].

El primero de los albergues de ese tramo del Camino Real fue la  Venta u Hospital de Santa Lucía, perteneciente a la Cofradía de la Letanía[37]. Se situaba en la confluencia de los valles del río de Castillería y del río Pisuerga, y, por tanto, al otro lado de la ubicación primitiva de la localidad de Vañes. Este albergue de Santa Lucía fue erigido junto al puente homónimo que enlazaba ambas orillas del río de Castillería, en margen derecha y a pocos metros de su desembocadura en el río Pisuerga. La conservación de este viaducto era responsabilidad de la Cofradía de la Letanía y del concejo de Vañes, en igualdad de obligaciones[38]. Tras la abolición de la Cofradía de la Letanía, esta venta u hospital pasó a manos de particulares, quienes continuaron con su explotación comercial. Así aconteció hasta que en el año 1940 fue cubierta por las aguas del pantano de la Requejada. Aún hoy, cuando desciende significativamente el nivel del embalse, se pueden apreciar sus ruinas, correspondientes a un único edificio de planta rectangular.

Poco más arriba se situaba, la Venta u Hospital de Santa Ana, también denominada Venta del Esgovio, por corrupción del nombre del lugar donde se hallaba, esto es, el escobio (=angostura) del valle del río Pisuerga[39]. Este albergue, «ques de la villa de Cervera»[40], se ubicaba en el termino de Verdeña a modo de enclave. La Venta u Hospital de Santa Ana fue erigida en la encrucijada del Camino Real con la ruta que unía Carracedo y Verdeña a través del vado del río Pisuerga, siendo éste el postrero itinerario de la anciana y última moradora de Carracedo[41]. A finales del siglo XVIII pasó a ser una ermita, que permaneció como lugar de culto hasta su decadencia y ruina, acaecida en la siguiente centuria. Actualmente se aprecia el solar donde se hallaba, sito sobre un talud contiguo al borde de la carretera general.

La Venta u Hospital de San Bartolomé, perteneciente también a la Cofradía de la Letanía, se ubicaba en la entrada del Camino Real en el término de San Salvador de Cantamuda[42]. Aunque mantuvo siempre su carácter benéfico, con el decurso del tiempo fue adquiriendo tintes cada vez más comerciales, hasta el punto de llegar a poseer varios molinos y fincas, y ser uno de los principales contribuyentes del erario concejil[43]. Una vez abolida la Cofradía de la Letanía, pasó a manos de particulares; los cuales prosiguieron con su explotación hostelera hasta el día de hoy. Cuentan que la llamativa tonalidad de la tez o del cabello de una de sus venteras conllevó que el hostal adquiriese el apelativo de ‘Venta de la Morena’[44]. Con el paso del tiempo este sobrenombre se simplificó en ‘Venta Morena’ y excluyó definitivamente el nombre del apóstol.

Más arriba se hallaba la Venta u Hospital de Santiago, igualmente denominada ‘Venta Urbaneja’. Este albergue, propiedad también de la Cofradía de la Letanía, se ubicaba en la margen derecha del río Pisuerga, junto a la desembocadura del río Areños, su afluente. Su disposición no podía ser mejor, ya que se erigió próxima a un puente sobre el río Pisuerga, de cuyo mantenimiento era también responsable esa institución eclesiástica, y también al pie de la encrucijada del Camino Real con un ramal que, ascendiendo paralelo al río Pisuerga, se encontraba en la localidad de San Juan de Redondo con la ‘Ruta de las Tres Vertientes’, de la que se hablará a continuación. Tras la disolución de la Cofradía de la Letanía, la venta de Santiago pasó a convertirse en ermita o ‘santuario’, en el que se rindió culto a este apóstol hasta su decadencia y ruina definitiva, acaecida un siglo más tarde. Actualmente se puede apreciar el solar donde se hallaba, y deducir la forma rectangular de su planta[45]. Mientras que este infortunio acontecía a la antigua Venta de Santiago, a su lado fueron construyéndose una serie de edificios, que hicieron suyo el nombre de ‘Venta Urbaneja’, y en los que sus propietarios prosiguieron, hasta tiempos muy recientes, con la actividad comercial de la anterior venta.

A estos albergues situados a la vera del Camino Real, habría que añadir el Hospital de la Concepción, ubicado dentro de casco urbano de San Salvador de Cantamuda. El cual fue erigido y dotado por el canónigo Diego de Colmenares, y mantenido también con el aporte de los vecinos de esa localidad[46]. Este eclesiástico vivió en la primera mitad del siglo XVI[47], por lo que también habría que datar la construcción del establecimiento en esa misma época. El Hospital de la Concepción desempeñó su cometido caritativo hasta su incendio y destrucción por el ejército imperial francés durante la Guerra de la Independencia. Actualmente no se conserva ningún vestigio de este hospital, por lo que su ubicación es conocida sólo por tradición oral.

El tercer tramo del nuevo trayecto del Camino Real es el comprendido entre la desembocadura del río Areños y el collado de Sierras Albas. El traslado permanente del Camino Real a la margen izquierda del río Areños, más llana y favorable para el tránsito, fue posible por la construcción del puente contiguo a la venta de Santiago (o Urbaneja), que evitaba el peligroso vado del río Pisuerga en épocas de crecidas. La alteración del Camino Real fue, sin duda, uno de los motivos principales de la despoblación de Caminos y del paulatino acrecentamiento de Areños[48].

El Camino Real del río Pisuerga, como se ha dicho, dejaba las tierras pernianas y entraba en la comarca lebaniega por el collado de Sierras Albas. Allí la Cofradía de la Letanía erigió la Venta u Hospital de Nuestra Señora de las Nieves para posibilitar albergue y, en circunstancias climatológicas adversas, también resguardo a quienes transitaban por aquella vía de comunicación entre la meseta y la cornisa cantábrica[49]. Este alojamiento fue construido junto al Camino Real, en la vertiente sur del collado y a escasa distancia de su cumbre. Actualmente se pueden observar sus vestigios sobre el terreno, y adivinar que corresponden a un único edificio dividido internamente en diversas estancias.

Así mismo, habría que citar la Venta u Hospital de Cantalaguarda, cuyo nombre bien pudo ser una corrupción de ‘el ángel de la Guarda’. Se hallaba en el término de Valdeprado, «a la parte oriental del puerto de Cantalaguarda ó de Piedras-lenguas [, donde] se encuentran 2 parages de que salen 2 caminos, uno carretero que por el pueblo de Lamedo va á juntarse con el que sale de Polaciones por el sitio de Cabezuela, y el otro de herradura que por Buyezo se une también al de Polaciones»[50]. Este hospital, al igual que los anteriores, comenzó su decadencia, abandono y ruina en el siglo XIX, como consecuencia de la construcción de las actuales carreteras, así como por competencia comercial que supuso la edificación de las Ventas de Pepín y de Cortes en sus proximidades. En la actualidad se aprecia el relieve de lo que fue la planta de la venta y hospital de Cantalaguarda sobre un prado, sito junto a la carretera general que se dirige hacia Polaciones y a escasos metros del límite con la provincia de Palencia[51].

Se puede, pues, presuponer claramente un trazado inicial del Camino Real por la ribera derecha del río Pisuerga, lo cual se justifica por la disposición lineal de localidades a lo largo de esa margen: el antiguo Arbejal, Villanueva de Vañes, el antiguo Vañes, (Carracedo), San Salvador de Cantamuda, El Campo, Caminos, Río las Casas (=¿antiguo Areños?) y Casavegas. Así mismo, se puede deducir un trazado posterior del Camino Real por la ribera opuesta del río Pisuerga jalonado por las ventas u hospitales de Santa Lucía, Santa Ana, San Bartolomé, Santiago y Nuestra Señora de las Nieves.

Finalmente, se puede confirmar este traslado del Camino Real al lado izquierdo del valle del río Pisuerga, más proclive para las comunicaciones, al término de la Edad Media. Las razones que se aducen para justificar esta datación son: a) la construcción o, llegado el caso, la consolidación del puente de San Salvador en el siglo XIII[52]; b) la delineación a finales del siglo XIII del cordel cerverano para la trashumancia del ganado lanar, que coincide con el trazado del Camino Real por el Alto de las Matas y la ribera izquierda del río[53]; c) la despoblación de Caminos anterior a la segunda mitad del siglo XIV, y, quizá, el traslado del núcleo principal de población de Río las Casas al lugar que actualmente ocupa la localidad de Areños[54]; y d) la constitución de la ‘Cofradía de la Letanía de los Doze Lugares de Pernía’ en el siglo XV, que edificó albergues junto a este nuevo trazado del Camino Real y se comprometió con la conservación los puentes contiguos a las ventas y hospitales de Santiago y de Santa Lucía, este último en colaboración con el concejo de Vañes[55].

LA RUTA DEL RÍO CARRIÓN
Gráfico de la ruta
del río Carrión

El objeto de nuestro estudio es exclusivamente el último tramo de esta ruta, que unía la meseta con el valle de Liébana a través del río Carrión. Este postrero trazado es el que nace de la confluencia en la localidad de Triollo de esta ruta con proveniente del Valle Estrecho y que, desde aquí y ascendiendo por la cuenca alta de ese río, llega hasta los collados que dan entrada en la comarca lebaniega.

Inicialmente la Ruta del río Carrión ascendía desde Triollo por la margen derecha del río Carrión, atravesaba la localidad de Vidrieros y continuaba hasta el Puente Tebro[56]. Éste era un pétreo viaducto de arco que, construido en un tramo en el que el cauce fluvial discurre transversalmente por el valle, posibilitaba el paso a la margen opuesta. Su origen temporal es incierto; aunque, por analogía con el puente de San Salvador de Cantamuda, cabe pensar que el Puente Tebro hubiese sido también medieval. Tristemente fue volado durante la Guerra Civil, por lo que actualmente sólo se aprecian vestigios de los machones de aquel viaducto en ambas márgenes de río.

En las proximidades de este viaducto desembocaban dos rutas que partían del Camino Real del río Pisuerga que, previamente, habían confluido en la collada de las Doncellas. Una de ellas atravesaba Resoba, y la otra pasaba junto a la abadía de Lebanza. A pocos metros más arriba del puente Tebro, sobre una pequeña planicie situada entre un meandro del río y una curva del camino, se hallaba la Venta u Hospital de San Sebastián, perteneciente a la cofradía homónima de Santibáñez de Resoba[57]. Esta hermandad compartió la misma finalidad que la Cofradía de las Letanía de los doce lugares de Pernía, esto es, la provisión de albergue y refugio a los transeúntes, con especial atención hacia los pobres y los peregrinos que se dirigían hacia Santo Toribio de Liébana. Los modos y tiempos de la constitución y de la supresión de ambas fraternidades fueron también similares. La extinción de la Cofradía de San Sebastián en 1778 conllevó el abandono, deterioro y, finalmente, ruina de aquel edificio que servía de hospital y venta. En la actualidad sólo se aprecia una ligera elevación cuadrangular del terreno, que corresponde al solar de aquel antiguo alojamiento caritativo y comercial.

La Ruta del río Carrión continuaba paralela a su cauce por la Dehesa de Arbejal hasta arribar al pago de Santa Marina, donde se sitúa el despoblado de Robla de Arbejal. El hagiotopónimo del lugar proviene del título de la que fue su parroquia[58]. Aún hoy se pueden ver los vestigios de esta iglesia y los casares de aquel antiguo pueblo, sólo atestiguado documentalmente en el siglo XIII[59]. Igualmente se aprecian, al pie de la gran peña que se alza tras el pueblo, varias majadas y un establo con su choza de pastores construidos más recientemente. Cabe la posibilidad de que estas últimas edificaciones hubieran pertenecido en su día a la Orden de Malta, cuyo priorato de Arbejal fue propietario de una gran finca en esos lugares y también arrendatario de los pastos comunales de ese puerto[60].

Nos vemos obligados a presuponer la existencia en algún momento de la historia de un viaducto junto al despoblado de Robla de Arbejal, con el que se eludiese el vado del arroyo del Arauz antes de su desembocadura en el río Carrión. Atravesado ese supuesto viaducto, cabría la doble opción de dirigirse hacia Liébana siguiendo el río Carrión o a través del valle del arroyo Arauz[61]. Quien siguiese la primera de estas opciones habría de proseguir por la margen izquierda del río Carrión y, hasta la construcción del así llamado puente de Riofrío[62], continuar por esa misma margen del arroyo de Riañuelo y, con ello, circunvalar Coto Redondo, hasta llegar a los Puertos de Riofrío (o de Vega la Canal) y, una vez franqueados éstos, descender a Liébana por los valles de Cereceda o de Riofrío. Pudiera ser que los viandantes encontrasen en ese collado de Riofrío la Venta u Hospital de San Juan, gestionada también con fondos propios de Resoba[63].

La segunda opción que existía era ascender desde el despoblado de Robla de Arbejal por el valle del arroyo Arauz y, franqueando el collado homónimo, adentrarse también en la comarca lebaniega. En ese valle se encuentran restos de una Calzada, que, dicen, fue construida durante la dominación romana[64]. La presencia de esta calzada demostraría que la ruta del arroyo del Arauz era más frecuentada que la del alto valle del Carrión.

Del valle del Arauz surgían dos ramificaciones. La primera de ellas partía del collado de Tañuga, descendía paralela al cauce del arroyo Gerino y, atravesando la población de Lores, confluía con el Camino Real del Pisuerga en la localidad de Caminos o en las proximidades del Hospital y Venta de Santiago, según los tiempos. El otro ramal surgía del pago del Cabañil y, atravesando el collado Secarro, se adentraba en Liébana por el valle horadado por el arroyo Vendejo, encontrando allí las localidades de Caloca y Vendejo[65].

En el último tramo del valle del Arauz, antes de atravesar el collado homónimo y, por tanto, al pie del pico Bistruey, se hallaba la Venta u Hospital de San Bernabé, construida y mantenida por la Cofradía de la Letanía para albergue y refugio de quienes transitaban por aquellos altos yermos. Claramente se aprecian sobre el terreno los vestigios del edificio de la venta u hospital y los restos de una capilla exenta[66]. Esta venta se situaba, justamente, en Las Cárdenas, un puerto propiedad de esa Cofradía, y con cuyo arriendo financiaba el mantenimiento de sus ventas y la conservación de puentes y caminos.

Una vez franqueado el collado del Arauz, la Ruta del río Carrión se internaba en el corazón de Liébana siguiendo el cauce del Riofrío. En ese valle se encontraban las localidades de Ranes, Cucayo, Dobres y Soberado, todas ellas pertenecientes en la antigüedad al condado de Pernía y a la diócesis de Palencia[67].

CONCLUSIÓN

Las vías de comunicación de los altos valles de los ríos Pisuerga y Carrión, dentro de la Montaña Palentina, estuvieron fuertemente determinadas por la orografía. Lo demuestra el hecho de que sus trazados se atuvieron mayormente a los valles fluviales de esos ríos y de sus fluentes y a los collados de las cordilleras.

Estas rutas desempeñaron en el inicio de la Reconquista un papel determinante en la repoblación de aquella comarca, favoreciendo la llegada de gente proveniente de la Cornisa Cantábrica y, con ello, la constitución de los núcleos de población actualmente existentes y otros ya desaparecidos. A medida que avanzaba la Edad Media y todavía más en la Edad Moderna, aquellas rutas desempeñaron un papel clave en el trasiego de personas y en el intercambio comercial entre los valles cántabros de Liébana y Polaciones con la meseta castellana.

La agreste orografía y la extrema climatología invernal hicieron de aquellos caminos unos itinerarios sumamente peligrosos, hasta el punto de causar con cierta frecuencia víctimas mortales. De aquí que la sensibilidad humana y la caridad cristiana llevasen a la constitución a finales de la Edad Media de la Cofradía de la Letanía de los Doce Lugares de Pernía y de la Cofradía de San Sebastián de Resoba y de Santibáñez de Resoba.

Estas fraternidades se responsabilizaron del cuidado de los caminos a su paso por las respectivas localidades y sus términos, y erigieron y gestionaron ventas u hospitales junto a esos tramos viales. Ambas hermandades perduraron hasta que, en la segunda mitad del siglo XVIII, fueron abolidas por la autoridad eclesiástica debido a su mala gestión administrativa, así como por el abandono de los fines caritativos en favor del lucro comercial.

Los caminos antiguos aquí considerados carecieron, salvo en tramos concretos, de pavimentación alguna. Siendo una serie de puentes medievales sobre los ríos Pisuerga y Carrión y sus respectivos afluentes las únicas construcciones dignas de consideración. Estas vías de comunicación fueron utilizadas por viandantes, comerciantes, militares y peregrinos que se dirigían a Santo Toribio de Liébana hasta la construcción de la red vial actual de carreteras del Estado en el año 1883.

1 comentario en «LAS ANTIGUAS VÍAS DE COMUNICACIÓN DE LA MONTAÑA PALENTINA»

  1. Nada nuevo ya que lo menciona: justo en el limite entre las antiguas provincias de Santander y Palencia, yendo de Salcedillo a Espinilla o Espinosilla, se ve a la izquiera mas o menos cubierta por tierra y formando ya parte de un arroyo, un trozo de calzada, con dos rodadas cerca de sus bordes -lo que indica que por ella pasaron muchos carros con llantas de hierro, algo tipico de la época romana y que no se usó en la Edad Media- La calzada se mete en un prado privado cerrado con alambre de puas y poco despues desaparece bajo tierra. En Inglaterra seria un monumento. Posiblemente un tramo en la prov. de Palencia fue usado como firme y alquitranado en tiempos recientes, hacia 1965.

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