Iglesia San Miguel año 1.118 Cementerio de Brañosera

En el cementerio se encuentran los restos de lo que fue la ermita de San Miguel, original parroquia de «Brannia Osaria», aquélla que levantaran el Conde Munio Núñez y su esposa Argilo.

Para datarla se cuenta con un documento excepcional: la lápida de consagración que constata su primitiva construcción románica en el año 1118.

Miguel-Ángel García Guinea ha recogido la transcripción de la lápida:

«PASCALIS BURGEN/SIS EP(iscop)S CONSECRAVIT/ ECL(esi)AM ISTAM OB HONORE/ SA(n)C(t)I MICAELIS ARC/NGELI ET RECONDIT/IBI RELIQUIAS ALIORUM/ S(an)C(t)O-RUM VIII KDS F(e)BR(uar)II/ IN ERA MCLVI»

Pascual, obispo de Burgos, consagró esta iglesia en honor de San Miguel Arcángel y guardó reliquias de otros santos el día 24 de enero en la era de 1156, es decir en el año 1118

Fue también volada en la Revolución de Octubre por lo que los únicos restos que se conservan son:

La esquina de la fachada sur

Y la lápida de consagración.

Carta de Gregorio Hinojosa del Valle. Madrid, 12 de abril de 1.964

LA LÚGUBRE IGLESIA DE SAN MIGUEL

Aún hoy , como restos gloriosos de una Itálica cesárea, se ven las piedras añejas deterioradas por fríos, nieves y temporales, mas su carácter fuerte, prevalece incluso en las ruinas.

Aquella Iglesia de San Miguel de que nos habla el Conde, es hoy un triste cementerio; cementerio sí, lúgubre si se quiere, pero con atisbos de señorío.  Allí, en un rincón, se ven sus grandes contrafuertes asturianos unidos a restos románicos. Y a suficiente altura, una cita, oficial, una piedra que desentona de las demás. Quizás fue colocada por el azar la piedra más valiosa, negra, ahumada por los años y la negrura de su triste vida. Pero lleva en sí la vida, la gloria. En ella se lee esta inscripción: :»Pascual, obispo de Burgos, consagró esta iglesia en honor de San Miguel Arcángel y guardó reliquias de otros santos el día 24 de enero en la era de 1156,es decir en el año 1118.
Todo aquello desapareció; sólo queda un testimonio fehaciente y entre los muertos, entre las tinieblas, entre la podredumbre y miseria de los despojos de unas vidas, se eleva una piedra que guarda en sí la esperanza de una bienaventuranza eterna.