UN PLEITO DE PASTOS

Las razones históricas de la Mojonera

1575. UN PLEITO DE PASTOS ENTRE LOS CONCEJOS DE REDONDO Y BRAÑOSERA
Laureano Pérez Mier


Introducción

Un ejemplo de reincidentes discusiones pastoriles en los núcleos rurales de la Montaña palentina como la lista resumida de los documentos que se realizaron para aquel. Con ello y con una reducida anotación para explicar ciertos aspectos lingüísticos sobre todo, que pudieran quedar no muy claros, he completado el texto de don Laureano, con una sola e importante finalidad: cumplir con sus deseos casi testamentarios y cumplir, también, con un obligado deber de amistad, que en este caso quiero que se convierta en un verdadero homenaje a la persona y al recuerdo de don Laureano Pérez Mier. Me hubiese gustado poseer los conocimientos jurídicos del querido y leal amigo para haber podido anotar el pleito al nivel de su conocimiento, pero he tenido que hacerlo al más bajo del mío. Espero que el afecto pueda equilibrar las diferencias.

M.A. García Guinea


La personalidad de don Laureano Pérez Mier, decano que fue de la Rota Española, es de sobra conocida y valorada, por muchas razones, en el mundo eclesiástico y cultural palentino. A sus profundos conocimientos jurídicos unió tambien otros referentes a la historia de los valles de la montaña palentina, sobre todo la Pernía y Redondo, a los que dedicó muchas horas de trabajo e investigación sacando a la luz noticias importantes sobre su pasado remoto o más próximo. Nunca se despegó don Laureano de su tierra, de su rincón originario familiar con siglos de asentamiento, del bellísimo pueblo de Santa María de Redondo a donde todos los veranos acudía por necesidad imperiosa de seguir recibiendo el apoyo sentimental y orgánico de su montaña. Hombre sencillo, serio, de carácter inamovible cuando se trataba de defender sus íntimos convencimientos, tanto religiosos como sociales, tenía bajo una engañosa capa de recia autoridad, un alma que vibraba inmediatamente ante las injusticias y que abiertamente contra ellas se enfrentaba con actitudes valientes y casi quijotescas.

La primera relación que yo tuve con don Laureano se remonta a muchos años, allá por los últimos de la década de los cuarenta, recién acabada mi licenciatura de Filosofía y Letras por la Universidad de Valladolid. Yo no se si porque él sabía que yo era de Naveda de Campoo o porque conocía mis relaciones familiares con los Ríos de Proaño. pueblo natal de un personaje al que siempre admiró: el historiador don Ángel de los Ríos y Ríos, el caso es que conectó don Laureano conmigo para que diese un pequeño curso de una semana de clases de arte en el Seminario de Lebanza, que a la sazón dirigía. Acepté inmediatamente porque me atraía enormemente el lugar, en lo más escondido de la Penía, y era casi el primer bautismo en mi reciente profesión. Desde entonces, porque siempre que nos encontrábamos teníamos materia de conversación -nuestras comunes montañas campurrianas- o porque nos caímos bien mutuamente, la amistad fue consolidándose a pesar de que había periodos largos de incomunicación, por la misma diversidad de nuestras vidas. Cuando inicié mi tesis doctoral sobre «El arte románico en Palencia» mis repetidas estancias en Cervera de Pisuerga, villa que -por residir en ella mi hermano Luis como notario- tomé como centro del trabajo, tuve la buena oportunidad de poder asistir a una costumbre pastoril que entre los concejos de Redondo y Brañosera se celebraba cada nueve años y que se conocía como «Correr la mojonera». Vecinos de ambos pueblos palentinos se reunían un día en el lugar de Sel de la Fuente para dejar bien colocados y señalados los hitos que dividían sus respectivas propiedades. Se llevaban con ellos a los niños para que aprendiesen los lugares en que estaban; un notario (ese año mi hermano) daba fe de la aceptación por ambos concejos de la buena situación de los mojones y se comía en el monte, bebiéndose el vino en copas de plata especiales para ese acto, y muy viejas, que traían los representantes de ambos concejos. Ceremonia y costumbre que, como el lector verá, tenía -y tiene- mucho que ver con este pleito de 1575 que sigue a esta introducción. Asistente a toda la fiesta publiqué sobre ella un artículo titulado «Corriendo la mojonera» en un periódico no sé si de Palencia o de Valladolid, que pudo leer don Laureano, y con este motivo, volví a relacionarme con él, animándome en todo, hasta que, concluida la tesis, se prestó a presentarme al entonces presidente de la Diputación de Palencia, don Guillermo Herrero Martínez de Azcoitia, lográndose así -cosa entonces difícil- la publicación en 1961 del Románico en Palencia, obra de la cual ya se han hecho cuatro ediciones.

La disposición que don Laureano tuvo hacia mi y hacia mis trabajos ejerció, en aquellos momentos iniciales de un cierto desvalimiento, una enorme importancia porque logró darme confianza y aseguró la inclinación que siempre tuve por la investigación histórica. Por ello, reconociéndome con numerosos defectos, pero no con el bastante común del desagradecimiento la actitud de don Laureano completamente desinteresada y cargada de un humanísimo gesto de protección, la tendré siempre presente, porque sólo una soberbia ingrata puede olvidar los beneficios que la bondad produce.

Años antes de su muerte, me comentó que estaba transcribiendo un interesante pleito por derechos de pasto y «usadía» que en el último tercio del siglo XVI se llevó entre los concejos de Redondo (jurisdicción de la villa de Cervera de Pisuerga) y Brañosera (jurisdicción de la de Aguilar de Campoo). Por este motivo nos cruzamos algunas cartas -él en Madrid o Redondo y yo en Santander- sobre el interés que , como ejemplo de las no excepcionales discordias que entre los pueblos de la montaña palentina se produjeron en el pasado, tenía el documento que estaba leyendo, y pocos meses antes de morir me rogó que si él no llegaba a verle publicado hiciese yo lo posible para que se consiguiese editar a ser posible por la diputación palentina. -Tú que corriste la mojonera de estos pueblos -me dijo- y que conoces los parajes que en el pleito se citan, seguro que harás llegar a término este trozo de historia palentina.

Enormemente encariñado con su viejo valle de Redondo, al que jamás apartó de sus vivencias y al que siempre que pudo acudía para rebuscar noticias encerradas en los libros del Concejo, don Laureano, a pesar de sus altos cargos y obligaciones, nunca olvidó el solar de sus mayores, ni dejó de contemplar las verdes praderas regadas por las primeras aguas del Pisuerga, ni las altas cumbres de Valdecebollas, limpias y claras en los días azules o veladas por los jirones de niebla en algunos fríos atardeceres.

El mandato oral que me hizo, que yo interpreté como lo que era: una expresión de amistad y de confianza, ha sido una obligación de correspondencia a la que no podía renunciar y desde su muerte lo consideré como algo que me imponía no sólo el agradecimiento de un bien nacido sino el afecto firme hacia un ser que estuvo siempre muy cerca de mi y del que me sentía comprendido y querido. Quizás fuese nuestro común amor a la montaña y a los protocolos mugrientos o nuestro sentido de la vida tan opuesto, pero por ello coincidente en tantos principios fundamentales, lo que hizo que nos entendiésemos perfectamente. Yo le inyecté el apasionamiento de mi juventud y él me equilibró con sus razonamientos meditados y la carga de una sabia experiencia. Nunca hubo imposición del pensar por ninguna de las dos partes, en una soñada demostración de que cuando no existe ni ambición ni envidia, y las almas se expresan con la verdad de sus conciencias la amistad no se confunde con el provecho y los criterios más diferentes encuentran, con inusitada suavidad, el camino común de la comprensión.

Cuando sus sobrinos, Laureano y Primi me entregaron el cuaderno, casi un libro, puesto por él a máquina, que recogía la transcripción del manuscrito que pacientemente había copiado, me puse a leerlo y pronto comprendí que prácticamente lo había recogido casi entero y que su contenido era de sumo interés para conocer las relaciones amistosas o de hostilidad entre concejos de aldeanos montañeses con límites comunes, que salvaban sus desavenencias acudiendo, más que a la justicia directa, al fallo mucho más civilizado y cordial de los amigables componedores.

La minuciosidad expositiva del pleito transcribía la realidad de una situación y unos momentos concretos del siglo XVI en la montaña palentina que no por humildes dejaban de tener importancia histórica. Don Laureano no pudo realizar lo que más le hubiese apetecido: comentar jurídica y etnográficamente el pleito. Él, que conocía a la perfección los intríngulis legales, podría haberle extraído matices no desdeñables y juicios personales muy estimables dado el conocimiento que tenía del escenario natural que se discutía.

De las preguntas que se hacen a los testigos se deduce, también, el tipo de vida natural de estos pueblos montañeses, sus derechos, sus costumbres, el arraigo y fuerza de la tradición, sus cultivos, su riqueza o pobreza ganadera, su vocabulario y hasta el grado general de su cultura. Se infiere igualmente la dependencia total de estas gentes de las condiciones ambientales y geológicas para poder sobrevivir y, por consiguiente, de la continua lucha por doblegarlas: pastos, aguas, sequías, enfermedades del ganado, etc. que muy a menudo les obligaría tanto a defender sus derechos como a pretender disminuir los de sus vecinos, y sobre todo a mantener un cuidado extremo en sus relaciones para evitar llegar al duro enfrentamiento.

Respetando absolutamente la transcripción de don Laureano, he ordenado yo las diferentes partes del pleito componiendo un índice del texto documental con XX apartados, y he presentado tanto el antecedente del pleito principal de 1575, que es otro más viejo de 1399.


ANTECEDENTES AL PLEITO DE 1575


Este pleito entre Brañosera y Redondo de 1575, ya parece tuvo un precedente y por la misma causa, en 1399, según la carta de compromiso que en 11 de Septiembre de 1399, se presenta en el pleito de 1575, en la que consta una sentencia en la que los procuradores de ambas partes, Juan Toribio por Brañosera y Juan Martínez de la Rroal por Redondo dejan la avenencia en manos y decisión de los «Alcaldes de Abenencia» o «abenidores» Juan de la Lastra vecino de Redondo y Domingo Martínez de Brañosera. Los procuradores de los dos pueblos (Redondo y Brañosera) se avienen a lo que digan y ordenen los componedores Juan de la Lastra y Domingo Martínez, dando por firme la sentencia que dieren, y la parte o partes que no quisiesen cumplirla pague dos mil maravedís que se repartirán de esta manera: la tercera parte para el que obedeciese la sentencia, otra tercera parte para el muro de la cerca de Aguilar y la otra para el merino u otro oficial cualquiera.
La causa del pleito este viejo de 1399 fue, como decimos, la misma que el pleito de 1575: los pastos de Covarres y Sel de la Fuente.

Documentos de este pleito de 1399 que se presentan en el de 1575:

  1. 1 de Junio de 1377.- Carta de procuración del concejo de Redondo, para toda clase de pleitos, sin especificación de ninguno en concreto, a una serie de vecinos de los tres barrios de Redondo, entre ellos aparece Juan de la Rroal.
  2. 10 de Agosto de 1399.- Carta de procuración del concejo de Brañosera, nombrado procurador a Juan Toribio, en la que se concreta «pleitos e demandas y querellas que abemos e conoscemos aber o mover contra el quoncejo y omes buenos de Bal de Redondo, sobre razón del termino de Sel de la Fuente».
  3. 11 de Septiembre 1399.- Caria de compromiso entre los procuradores Juan Toribio y Juan Martínez de la Rroal, antes resumida, ante Ruiz Gutiérrez de la Calle, escribano publico de la villa de Aguilar.
  4. 11 de Septiembre de 1399.- Sentencia de los arbitros componedores Domingo Martínez por Brañosera y Juan de la Lastra por Redondo, que es la siguiente: Que las cabañas de Redondo pazcan de sol a sol en Sel de la Fuente, en Covarres, y que las cabañas de Brañosera pazcan en término de Redondo, de sol a sol. De noche podían prendarse las vacas. Que Redondo de cada año, en el Corpus, a Brañosera una cántara de vino. Redondo no tendrá señorío ni jurisdicción sobre Sel de la Fuente y Covarres salvo los pastos.


Pleito de 1575

El pleito entre los concejos de Brañosera y valle de Redondo se abre en Septiembre de 1575 como consecuencia de reses prendadas en Sel de la Fuente-Covarres, por el concejo de Brañosera que eran de Redondo y que pastaban en dicho termino propiedad de Brañosera. Así como otras prendadas por el concejo de Redondo, que eran de Brañosera, y que pastaban en términos propiedad de los de Redondo (Hormachuelas, Entrepeñas, LasTrabiesas….).

Estos dobles hechos que, según uno y otro concejo, atentaban a sus derechos, provoca el nombramiento de procuradores de uno y otro concejo que realizarán una carta de compromiso nombrando jueces amigables componedores en Hernando Sánchez de Cosío, Señor de la casa de Mata de Hoz y Pedro Días de la Hayuela. escribano de . Cervera. La escritura se nace en Herreruela el 19 de Septiembre de 1575, lugar situado a la misma distancia de Redondo y de Brañosera y en donde ese día y sucesivos se celebrarán los alegatos de los representantes de los dos concejos en pleito y la sentencia definitiva de los dos jueces componedores citados.

Para llevar a cabo esta avenencia han sido precisos los siguientes documentos realizados todos en los meses de Julio a Octubre de ese mismo año 1575 y en orden de prelación temporal:

  1. 21 de Julio de 1575: Licencias respectivas de los corregidores de Cervera y Aguilar de Campoo para que obren los procuradores de Redondo y Brañosera respectivamente, en el pleito entre los dos concejos sobre pastos y usadías en los términos de cada uno (Hormazuelas en Redondo y Sel de la Fuente- Covarres en Brañosera).
  2. 31 de Agosto 1575: Poder que el Concejo de Redondo da a Antonio Sánchez de Cos, Bastián de Torices, Juan Fraile y Hernando de la Vilda, para cualquier pleito que pueda haber o exista con el concejo de Brañosera.
  3. 2 de Septiembre de 1575: Nueva redacción de la licencia dada por la Corregiduría de Aguilar a los de Brañosera, esta vez por el teniente corregidor Luis Salceda, por haberse omitido en la anterior del 21 de Julio de 1575 los nombres de Covarres y Sel de la Fuente.
  4. 19 de Septiembre de 1575: Poder que el concejo de Brañosera da a Pedro del Río, el viejo, Santiago Alonso, Martín Bramasco y Juan González para pleitos con el concejo de Redondo.
  5. 19 de Septiembre de 1575: Carta de compromiso de los procuradores de Brañosera y Redondo para aceptar las resoluciones que den los amigables componedores nombrados: Hernando Sánchez de Cosío, señor de la casa de Mata de Hoz y Pedro Díaz de la Hayuela, escribano de Cervera.
  6. 19 de Septiembre de 1575: Aceptación de compromiso por los jueces arbitradores.
  7. 19 de Septiembre de 1575: Alegatos de los de Brañosera y de los de Redondo, exponiendo las razones de sus derechos.
  8. 20, 21 y 23 de Septiembre de 1575: Se desenvuelve la probanza de Redondo con la declaración, de acuerdo a 16 preguntas, de los testigos Pedro Rroal, Alonso de Dios el Viejo, Pedro Sánchez, Andrés Marín, Juan Soto, Alonso Lebanza, Juan Santos, Martín Prieto, Sancho Diez, Juan Rodríguez.
  9. 23 de Septiembre: Testigos de calumnia que, siendo de Brañosera, juran las proposiciones puestas por parte de Redondo: Pedro Campo, Juan de Santiago, Martín González y Pedro de Iglesia, y son nombrados por el procurador de Brañosera.
  10. 23, 24 de Septiembre y 2 de Octubre de 1575: Probanza de Brañosera, con la declaración, en 17 preguntas, de los siguientes testigos: Francisco Arroyo, García Pellejo, Juan Rodríguez de Palacio, Juan Diez, Juan Rodríguez, Gonzalo Ruiz, Hernán Gutiérrez, Juan Pérez, otro Juan Diez, Hernán Gutiérrez de Biana, Juan de Abiada.
  11. 23 de Septiembre de 1575: Testigos de calumnia que siendo de Redondo testifican las proposiciones puestas por Brañosera: Juan Rroal el viejo, Gonzalo González, García de Tezanos, Toribio de la Fuente.
  12. 3 de Octubre de 1575: Los procuradores de Sánchez de Cos y Juan Fraile, de Redondo, y Pedro del Río, de Brañosera renuncian a más pruebas.
  13. 10 de Octubre de 1575: Se nombra tercero en el compromiso a Juan Diez, por parte de los otros dos componedores amigables Hernando Sánchez de Cosio y Pedro Díaz de la Hayuela. Juan Diez era vecino de Potes.
  14. 12 de Octubre de 1575- Sentencia de los jueces amigables componedores Hernando Sánchez de Cosio, Pedro Díaz de la Hayuela y Juan Diez, firmada en San Juan de Redondo.
  15. 1 de Noviembre de 1575: Notificación de la sentencia a los de Redondo.
  16. Notificación de la sentencia a los de Brañosera.


Preguntas a los testigos de Redondo

  1. Si conocen a las partes, tienen noticia de los concejos, y saben los términos sobre los que se hace el pleito (Sel de la Fuente a la peña de Covarres y los términos Hormazuelas y Entrepeñas hasta las Traviesas, Lampa del Monjón, hasta la cueva del Cobre).
  2. Si saben que el termino de Sel de la Fuente es común de Redondo y Brañosera. y así los vecinos de Redondo lo han poseído, gozado y pastado con todos sus ganados, y en tal posesión han estado de tiempo inmemorial
  3. Si los términos de Hormazuelas, Entrepeñas, hasta las Traviesas, la Lampa del Monjón son términos en propiedad y señorío y posesión a solas del valle de Redondo, y han hecho en ellos los aprovechamientos propios de ser señores y propietarios.
  4. Si saben que el Concejo de Brañosera haya o no tenido la usadía en los términos citados de Redondo, por haber guardado ganado o vivido en esos términos.
  5. Si saben si en Redondo antiguamente habla tres barrios, los de S. Juan y Santa María, y el de San Martín que se despobló y aun en 1575 se veían suelos y solares derribados, y la iglesia que todavía existía (‘que hay de presente’). Por lo que parece que el valle completo de Redondo, puesto que se despobló y desapareció San Martín tuvo más gente antes que en 1575.
  6. Si saben que por ser más rico Redondo en épocas pasadas y grande su cabaña de ganados, si era preciso llevarlas a otras sierras y páramos en Las Hojedas (Valle de Ojeda en Palencia) y otros sitios.
  7. Si saben que el Concejo de Brañosera es uno de los de mayores términos, y que por eso no suelen pacer ni gozar el de Sel de la Fuente, tan solo quince días al año.
  8. Si los de Brañosera arriendan Sel de la Fuente a ganados foráneos (800 cabezas al año) ovejunos, que destruyen los pastos.
  9. Si saben que los de Brañosera en otros términos, suelen arrendar cada año para tres mil cabezas de ganado ovejuno bravo, dado el exceso de pastos que poseen.
  10. Si saben que Sel de la Fuente es muy necesario para los de Redondo, por su proximidad, el agua que existe, siendo los alrededores secos.
  11. Que si los de Brañosera no vienen en casi todo el año a Sel de la Fuente, menos lo harán a los términos de Redondo, pues tiene que pasar por términos ajenos y despeñaderos.
  12. No se lo que quieren preguntar. Está incompleto el texto.
  13. Si saben que el lugar de Redondo es pueblo de montaña desde se labra y siembra muy poco pan, y aperas cogen lo que siembran, siendo su principal granjería la cría de ganados, que sin ella no se podría sustentar.
  14. Si saben que si no arrendase Redondo términos para ovejas extremeñas no podría tener dinero pan comprar trigo para pan y se despoblaría el lugar.
  15. Que los de Redondo no podrían sostener sus ganados si no tuviesen los pastos de Sel de la Fuente.
  16. Si el arrendamiento de pastos que en Sel de la Fuente y Covarres hace Brañosera redunda en gran perjuicio a los ganados de Redondo.

Las respuestas a estas preguntas no las recoge Don Laureano completas, nada más que en algunos más interesantes párrafos que copia entrecomillados.


Preguntas a los testigos de Brañosera

  1. Les preguntan si conocen los dichos concejos, y si tienen noticia de los términos de Sel de la Fuente y Covarres (términos de Brañosera) y si saben del término de Hormazuelas y Entrepeñas, Lampa del Monjón hasta llegar a la cueva del Cobre, y las Traviesas hasta llegar a los prados de Tejedo, que dicen de Redondo.
  2. Si los términos de Sel de la Fuente y Covarres son términos propios y señorío de Brañosera.
  3. Si los vecinos y cabañas de Redondo cuando entraban en Sel de la Fuente y Covarrés lo hacían por arrendamiento de una cántara de vino.
  4. Si se atrevían los de Redondo a meter sus ganados en Sel de la Fuente o Covarres sin haber ido a pagar la cántara de vino y pedir licencia y declaración a Brañosera.
  5. Que en el tiempo en que se arrendaba a los de Redondo. Sel de la Fuente o Covarres, los de Redondo eran pocos vecinos y solo tenían unas 50 cabezas de vacas y yeguas, y que Brañosera venía a tener solo siete vecinos y no llegaban a 100 cabezas de ganado.
  6. Que el concejo de Redondo, «de pocos años a esta parte» ha aumentado de 20 a más de 100 vecinos, y de 50 cabezas de vacas a 500, y las yeguas llegan ahora (1575) a doscientas, con sus crías.
  7. Si el concejo de Redondo tiene términos muy amplios, ya que no solo pueden sustentarse sus cabañas, sino que los arriendan a otras 6000 cabezas de ganado.
  8. Si los de Redondo, además de los pastos, tienen muchos términos «labradíos» y que cogen gran abundancia de pan, al menos para la provisión de sus casas.
  9. Si saben que el concejo de Brañosera, de 50 años a esta parte, es decir desde 1525 ha pasado de siete a 50 vecinos, y los ganados de 100 cabezas hasta 500 cabezas, entre vacas y yeguas, y que no tienen heredades labradas.
  10. Si saben si desde tiempo inmemorial los ganados de Brañosera pastan, beben, por uso y costumbre en los términos de las Traviesas hasta los prados de Tejedo, y en Entrepeñas, Hormazuelas, y la Lampa del Monjón hasta la cueva del Cobre.
  11. Si saben que los de Brañosera, desde tiempo inmemorial, arrendaban Sel de la Fuente y Covarres para ganado extremeño sin dar cuenta ni razón a los de Redondo.
  12. Si saben que los de Redondo arriendan cada año los términos de Hormazuelas, Tejedo, Entrepeñas, Las Traviesas y la Lampa del Monjón donde Brañosera tiene derecho a pacer – a los pastores extremeños, y ello sin dar parte al concejo de Brañosera.
  13. Que si los de Redondo meten las 700 vacas y yeguas en Sel de la Fuente y Covarrés, propios términos de Brañosera, no habrá pasto para los ganados de Brañosera.
  14. Si saben que si a los de Brañosera se les quita la posibilidad de usar de sus términos y de la usadía en los de Redondo, Brañosera se despoblaría.
  15. Si saben si en algún tiempo se hizo prenda o correría por los de Redondo, y en los términos citados, de vacas de Brañosera, pues si así fue sería a otros ganados menores, y si se prendió y corrió la cabaña de vacas sería de los prados segados y no del término baldío e vano.
  16. Si saben que conviene al sosiego de los dos concejos (Redondo y Brañosera) la colocación de mojones, y que se moderen y declaren las penas de un concejo a otro.
  17. Si todo lo que dicho se haya ha sido publica voz e fama.

Cuando para evitar pleitos entre los pueblos de Redondo y Brañosera, como este recogido y transcrito, por D. Laureano Pérez Mier, se procedía a comprobar por ambos concejos la situación de los mojones, hecho que se repetía cada nueve años., se sellaba el acuerdo con un brindis de vino servido en copas de plata, generalmente en los lugares de Sel de la Fuente o Covarres, en ese acto que se denominaba «correr la mojonera».

La constancia de la existencia de estas copas de plata aparece en un censo concertado de 5 de marzo de 1559 por el Concejo y vecinos de Redondo, con Francisco Fernández por un valor de 167.300 maravedís, de los que 158.000 se recibían en «dineros contados en reales de a ocho y de a quatro y de a dos y sencillos y medio reales», y el resto «en un jarro de plata y dos tazas pesado por plata quebrado».

No puede caber duda que estas dos tazas de plata que se mencionan son las que todavía existen propiedad del concejo de Redondo, habiéndose perdido, al parecer, el «jarro» que tenía que haber completado el juego muy cumplidamente.
Las tazas son de muy semejantes proporciones, de forma general de cuenco abierto con pie. Tienen unos 20 cms. de diámetro en su boca y 10 cms. en el diámetro del pié (10.5 en la n° 1 que es un poco más grande). Lo más interesante de ellas es su fondo, en forma de flan en la n° 1, y convexo en la bóveda en la nº 2. Estos fondos se hallan decorados. El de la nº 1 con una flor de doce pétalos que lleva el círculo alto, inscrita en una corona de puntos. A su alrededor, en la parte inclinada, se trabajan en repujado doce óvalos que se unen por el centro formando una especie de collar. Otra línea de puntos cierra la decoración.

La copa nº 2 lleva incisa pero también repujada, una cruz de cuatro brazos, abiertos, al modo de la de Malta pero utilizándose siempre la línea curva. Se inscribe en una especie de rosco decorado con segmento de círculo que van normales a las líneas circulares. Esta segunda taza lleva en su pie las letras RD que parecen con casi seguridad hacer referencia al concejo de Redondo.

Ambas copas son dos piezas sumamente interesantes que concuerdan, por su estilo, con la fecha de mediados del siglo XVI en que aparecen anotadas en el censo arriba citado.

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